La migración
Emigrar es un “accidente” en la vida de una persona. La mayoría de las veces es algo que no ha sido contemplado como opción dentro de los planes o proyectos que las personas barajan o evalúan para dar sentido y orientación a su vida.
Con frecuencia, impulsado por razones económicas, políticas y/o sociales, el planteamiento de emigrar surge de manera imprevista, sin avisar, casi siempre con poco margen de tiempo para planificar los pasos a seguir y sin que podamos anticipar adecuadamente el escenario con el que nos encontraremos en el nuevo destino. Esto le agrega una dosis de incertidumbre perturbadora al proceso de tomar la decisión.
Emigrar es uno de los cambios en la vida que mas exige o pone a prueba la capacidad de adaptación de las personas. Plantea retos en todos los ámbitos: social, laboral, económico, cultural, emocional, psicológico, en muchos casos hasta el nuevo clima tiene su grado de dificultad adaptativa.
Para la mayoría de los emigrantes, uno de los primeros obstáculos a vencer es el tema laboral. Conseguir un trabajo en el nuevo país de residencia siempre tiene un grado de dificultad importante. Entre otras cosas, depende de dos aspectos fundamentales, la edad y el tipo o nivel de la oferta-demanda existente para el momento. Además, siempre es difícil hacer coincidir la realidad con las expectativas que tenga cada uno en función de su experiencia previa, formación profesional, currículo, etc.
En simultáneo al proceso de inserción laboral, marcha la asimilación a la nueva cultura, porque aún en el caso de no existir barreras en el idioma (cuando coincide la lengua de origen y la del nuevo destino) siempre hay un “código” cultural distinto del original y exige un proceso de aprendizaje.
En muchos casos, uno de los aspectos que ofrece mas dificultades o resistencias al ajuste o adaptación a la nueva situación, tiene que ver con las características emocionales de cada individuo.
La decisión de emigrar lleva implícitas significativas pérdidas materiales y afectivas. Se dejan atrás seres queridos, un patrimonio económico que (independientemente de la cuantía en cada caso) garantizaba cierta sensación de estabilidad, proyectos de desarrollo personal y familiar. Se quedan en el camino no pocas esperanzas, que en su momento se veían con muchas posibilidades de que se hicieran realidad. En resumen, que en ultima instancia cuando se opta por emigrar se está decidiendo el final de “toda una vida”; es decir que lo que teníamos planificado como proyecto vital desaparece.
En otras palabras, parafraseando el poema de Antonio Machado:
“Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar”; podemos decir que cuando uno emigra es el final de un camino y comienza uno totalmente nuevo.
Y construir este camino nuevo puede tener un costo emocional y afectivo elevado, porque al volver la vista atrás sobresalen las pérdidas y al mirar hacia el futuro del nuevo camino nos asalta la incertidumbre. En situaciones nuevas o desconocidas lo mas frecuente en el ser humano (y es natural) es reaccionar con temor, emoción que inevitablemente lleva a que nuestro pensamiento se enfoque mucho mas en lo negativo y doloroso.
El predominio del negativismo en nuestras actitudes (emociones, pensamiento y conducta) es uno de los elementos principales del estrés tanto fisiológico como psicológico. Por eso el estrés consume mucha energía y lleva al cansancio físico y mental.
En líneas generales todo emigrante, en forma natural o espontánea, impulsado por la propia dinámica de los hechos (la realidad) logra un nivel de adaptación básico, llamémoslo de “sobrevivencia”. Es decir, que las circunstancias o exigencias concretas de la nueva vida “obligan”, entre otras cosas, a que la persona busque trabajo (sea cual sea, el que mejor se adapte a sus expectativas o el que esté disponible) para cubrir sus necesidades económicas y sociales. La propia actividad laboral, lo cotidiano del día a día, exige o impone un mínimo de actividad social y ajuste progresivo a la cultura y reglas del nuevo entorno social.
En la medida de lo posible, el objetivo del emigrante debe ser convertir esa “sobrevivencia” en una adaptación sana, consciente, equilibrada. En el logro de este objetivo juega un papel importante el como se canalice los efectos negativos del estrés.
La forma mas exitosa de manejar ese estrés dependerá de la personalidad y características de cada individuo (en algunos casos quizá será útil o necesaria la ayuda profesional).
Dr. Julio Campos Monterroso.
juliocamposm@yahoo.es
Consultante en Centro Medico «Bufetmedic Hospitalet». Barcelona. España
Magister Scientarum en Psiquiatría. Cátedra de Psiquiatría Escuela J.M. Vargas Facultad de Medicina Universidad Central de Venezuela
2001-2013 Coordinador del Laboratorio de Investigación Neuropsiquiátrica “Dr. Jesús Mata De Gregorio”, adscrito a la Cátedra de Psiquiatría. Escuela J.M. Vargas Facultad de Medicina Universidad Central de Venezuela
Me emocionó el articulo del Dr Campos porque describe cada uno de los momentos que enfrenta el inmigrante.La vida es un reto constante e indudablemente hay que asumirlo con una actitud asertiva y un pensamiento positivo!!Como inmigrante venezolano he asumido el reto de emigrar a España y he tomado como bandera uno de nuestros típicos refranes:pa lante es pa allá!!Te quiero Venezuela y te quiero España!!
Lo recuerdo con mucho afecto porque me ayudó a salir del agujero negro en el que me encontraba al fallecer mi amado hijo. Gracias de corazón De. Campos
Excelente articulo Dr. Campos. Particularmente lo veo como volver a nacer pero con la edad que se tiene al momento de emigrar, pues hay que aprender desde como comer y comunicarse hasta como ser totalmente independiente y hay que hacerlo rápido. Muchas perdidas pero también muchas ganancias. Una experiencia excitante, con altos y bajos. Aprendizaje y Adaptación palabras claves.